“Cuando dejamos de hacer lo incorrecto, lo correcto sucede por sí solo”
F. M. Alexander
Esta cita de Alexander es muy popular entre quienes impartimos la técnica y refleja en gran medida la filosofía subyacente que impregna nuestro trabajo.
En realidad no se trata simplemente no hacer, tampoco de hacer menos como una receta para el éxito en el movimiento y en la voz. De lo que se trata es aún más complejo. La idea es dejar de hacer solo aquello que no es necesario que hagamos. Toda actividad requiere de trabajo muscular, y la voz no es la excepción, por lo que pensar en cantar sin hacer nada es una utopía.
Si voy a llenar un vaso con agua de una botella, ¿cuáles son los músculos que deberán conseguir un mejor tono muscular para dicha acción? ¿Qué músculos pueden tener menor actividad? ¿Qué músculos pueden dejar de activarse?
Cuando cantamos todo nuestro sistema se coordina para lograr un sonido fácil y sano, siempre que no interfiramos con esto. Es decir que, siguiendo la cita de Alexander, si dejamos de interferir con el mecanismo natural para la producción del sonido, es posible que éste suceda con fluidez, soltura y ligereza.
Dejemos de pensar en la idea tradicional de un sonido producido solamente por la laringe. Las cuerdas o pliegues vocales no están libres de ser afectadas por lo que suceda en toda nuestra musculatura. Este fue el principio que hizo que Alexander sanara sus disfonías recurrentes que lo habían aquejado por años.
F.M. Alexander descubrió que existe un principio organizador del movimiento, la postura, la respiración y la voz. Su visión abarca la totalidad.
Nuestra voz puede conseguir mayor calidad tímbrica y resonancial cuando el sistema no se encuentra constreñido o impedido en su funcionamiento.
Pensemos en un cuerpo libre para una voz libre.